Cemuc Champein quedará para un próximo viaje… le pusimos toda la garra para llegar y conocerlo pero la cordura nos ganó y dijimos “basta”. Tres veces intentamos llegar pero las circunstancias lo impideron. Primero fue un camino de 90km de puro bache y agujero… a los 20km (hechos en dos horas y media) pegamos la vuelta.
Hicimos una ruta alternativa de 400km para poder acceder por asfalto por el otro camino, pero los últimos 10km restantes eran totalmente intransitables, aun para nuestra resistente Toyota Hilux.
Nuestro tercer intento fue queriendo ir a pié, recorriendo los 10km a pata, pero las lluvias y el barro hicieron de las suyas.
El cuarto y último intento (Toba… si estás leyendo esto creéme que fue solo por vos y en tu honor…) fue apostando a un transporte público que consistía en subirse a la caja de una especie de camioncito junto con otros 15 pobladores acompañantes (al mejor estilo “vamos a la cancha”).
Las últimas neuronas sanas nos alertaron de que los caminos no estaban para tamaña travesía. No va a ser la primera vez que oíamos de que algún turista la pasó mal en uno de estos periplos… detalles al margen.
Toba querido, creéme que lo intentamos. Lo haremos juntos en otro viaje.
Las grutas de Lanquín, lugar al que sí pudimos acceder, las visitamos en dos oportunidades. De día con el acompañamiento de un niño-guía que nos llevó a conocer las profundidades de la cueva, y de noche, yendo a ver la salida de decenas de miles de murciélagos que abandonan la oscuridad del lugar para salir a alimentarse en los bosques cercanos.
El sitio donde esta la cueva es la naciente misma del río Lanquín, que surge del interior de la montaña producto de la infiltración de las aguas a través de la tierra porosa.
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